lunes, 27 de septiembre de 2010

Ahí

Estoy en esos ojos, lo sé, ahí estoy. Con razón no me encontraba por ninguna parte. Es que ayer hallé ese lugar, y no creo que me muevan de ahí por un tiempo. No les pregunté si aceptan alojarme, la verdad, incluso tengo mis dudas. No sé si saben que me instalé. Por momentos me parecía que esos ojos querían asomarse a los míos, a veces entendí que querían mirar un poco más adentro, a ver qué había. Algo vieron, lo que se deja ver con un chispazo, breve pero consistente, diría. Mientras el cigarrillo se consumía, la música caminaba entre nosotros y los vecinos paraban la oreja, pensé “ah, yo me quedo acá”. El asunto es que ahora me necesito para trabajar, para ir al super, para lavar los platos y hacer todo lo que uno tiene que hacer en la vida. Y el asunto es que no puedo salirme de esos ojos, por cierto. Vamos a tener que consensuar, esos ojos y yo. Ellos me sueltan un ratito, y yo después vuelvo por un tiempo largo.
Cuando sea la hora de dormir, yo me acuesto directamente sobre sus párpados, y cuando haya que despertarse abro los míos y me topo con ellos.
Y cuando me quede sola y el alma se descarne en cualquier detalle cotidiano, los voy a besar hasta que se queden sin sueño, y yo sin aire.

Carolina Bugnone. 

4 comentarios: