domingo, 31 de julio de 2011

LUNES: Pacto


Mi casa está llena de huecos.
Basta con caminar mirando al piso, abrir la heladera, meterse debajo de las sábanas o encender el lavarropas, que uno se los choca.
Hasta el hueco en sí mismo, como el del horno por ejemplo, tiene huecos. Re loco.
Y además cualquier cosa puede salir de ahí: mosquitos, galletitas, curitas, pasto, viento, olor a pata o a desodorante de ambiente poett bebé. Puaj.
O incluso peor: nada.
Qué desesperación cuando no sale nada. 
He llegado a meter la cabeza adentro de alguno para cerciorarme de que estaba vacío, lo juro.
Una vez me metí. Me metí entera, adentro del hueco. Posta.
Empecé por la cabeza y cuando ví que el hueco no se resistía a mi cuerpo, me deslicé y anduve un rato ahí adentro. No sabía que los huecos podían ser elásticos; más me impulsaba, más cedía el agujero.
Oscuro y fresco, se oía un ruido como en las películas del far west, cuando en el desierto ruedan los cosos ésos con el sonido del viento, típica imagen de la desolación.
Me crucé a un chabón, un cronopio o a alguno de sus parientes, pero no me quiso hablar. Me miró con cara rara y salió corriendo. Yo hice lo mismo.
Después, la nada.
Nada.
Desde entonces decidí no meterme más en uno de esos. Sé que están ahí, me los encuentro todo el tiempo. Estoy afilando la convivencia con ellos.
Al final, acordamos un pacto entre nosotros: cada uno con sus cosas, con sus bocas y sus dientes. 
Pero nadie se traga a nadie, eh?



domingo, 24 de julio de 2011

LUNES: Click


Se encuentran todos los lunes a las tres de la tarde, los miércoles a las cinco y los viernes de noche, a las once. En general es él el que la busca, la llama, propicia el encuentro.
El tipo es puntual, demasiado. Sincronizó la hora en el celular con la del reloj pulsera con el de la pared en la cocina con el de la compu.
Tipo obse si los hay.
Obse pero con onda. Le gusta la buena música, el jazz clásico, la música inglesa y el rock progresivo.
Tiene el pelo medio larguito, no demasiado, castaño, sin ese flequillo absurdo que usan los adolescentes o los porteños. Larguito como se lo dejan los machos. Creció, no se lo cortó  y así le quedó.
El tipo se escapa del trabajo para encontrarse con ella. Es por eso que maneja esos horarios. Y además, es cuando la mujer está trabajando u ocupada con los nenes o en el gimnasio o en el super o vaya uno a saber adónde.
O sea: es los lunes, los miércoles y los viernes o nada. Igual no es poco.
El flaco es abogado pero no cuervo, digamos. Es honesto y lleva lo suficientemente bien la profesión como para vivir de ella y aportar a la familia. No se desvive, la rema y las cosas le salen bien.

Ella es alta, tiene el pelo corto y habla rápido, bastante linda. Tiene las uñas pintadas de rojo fuego y los labios del mismo color. Huele a perfume cítrico. Los ojos son marrones pero brillan tanto.
Le brillan más cuando se encuentra con él.
Menos obse, a veces llega antes, a veces después. Relajada con esas cosas, la chica. Pero le encanta que él la busque, le insista. Que sea puntual, que mire los relojes, que le diga si llegó tres minutos después o que le pregunte desde cuándo está, que todavía no era la hora. Ella se le ríe para aflojarlo y él cae como un chorlito.
Soltera y sin apuro, se acomoda a sus horarios y hace algunos malabares con el trabajo, pero no le resulta un problema. Se arregla. La flaca se arregla casi siempre.
Vive sola desde hace dos años, cuando decidió deshacerse de su novio-planta. Una variedad de sujeto: lindo pibe pero con complejo de vegetal. Bueno, lo sacó corriendo cual maceta al viento y se despidió de sus hojas con hartazgo cariñoso. Mezcla rara.
Toma mate desconsideradamente y prende un sahumerio todas las noches.

Se encuentran a la hora convenida en el lugar convenido.
Hablan y hablan y las taquicardias se alimentan mutuamente, es como si un corazón contagiara al otro, lo invitara a bailar o hiciera algún tipo de morisqueta que lo entusiasmara. Uno arranca y el otro se prende.
Porque es como si las palabras trascendieran todo, las gargantas, las letras, los dedos, los ruidos, y se transformaran en una corporeidad extraña e inevitable. Dividida en dos cuerpos de palabras con piel, lengua, oído, piernas, sexo y olores.
Como si esas corporeidades se transmutaran en alguna otra cosa, ellos tan comunes y banales, desafían lo típico y se levantan un poquito del piso.
Pasan de una cosa a otra, les gusta todo del otro y lo que no, hacen como que no existe, les resulta  tan fácil.

Pero ese miércoles algo pasa.
Porque el flaco la espera no una sino dos horas. Revisa los relojes cien veces. Se convence de que debe haber tenido algún problema, pero no la llama porque no tiene su teléfono. El acuerdo es ése, sin datos personales, sólo esos encuentros. La flaca nunca llega.
El viernes tampoco.
El flaco se pone nervioso, mal, sacado.
Primero furioso, después se angustia.
Va durante dos semanas al lugar y hora convenidos.
Ella no aparece nunca pero nunca.
Él se va.
Entonces nada tiene sentido y el chat, único lugar que los unió, se muere.


miércoles, 20 de julio de 2011

inv(f)ierno


en este infierno siempre hace frío,
esfuerzo de chistes
a medio contar
y amables saludos,
la educación ante todo

y que no falten bizcochitos
de veneno y sangre,
relojes y mensajes de satán
que nunca nos olvida
tras su ferviente inoculación
y tremenda bajada de línea


como se sabe,
en el infierno hay muchos caciques
y pocos empleados,
las máquinas de escribir escriben solas
y no hay cerveza
ni tertulias
ni palmadas
ni nada que valga la pena.

ojo, que acá 
no se salva nadie.


domingo, 17 de julio de 2011

LUNES: estética


Los feos se miran de reojo.
Él viene caminando lento, medio torcido.
No está rengo, pero podría por la forma en que se balancea.
Ella se oculta detrás de unos anteojos enormes y una especie de túnica.
Los lindos se pasean de un modo vergonzante.
Menean sus cabelleras, despiden su perfume, lucen su narcisismo.
Ella se jacta de sus caderas.
Él de sus torso.
Miran a los feos y se ríen por lo bajo.
Los feos los miran, con bronca.
Pero también se ríen.

Los del medio, los mediocres, los ni fu ni fa, transitan sin pena ni gloria.
Caminan grises y observan todo tras la reja de lo trillado.
Y los miran con secreta envidia.


jueves, 14 de julio de 2011

pasaje


hoy
mejor desolarse
como quien se arranca
la luz
que sobrevive en los ojos
y se enrosca en el cuello
un látigo sin piedad,
el adorno de todas las lástimas
cayendo por el borde de la cama,
una a una
sin pausa

también está la condena
de la miseria diaria,
la corriente líquida
de las cosas que no tienen remedio,
y el límite que nunca
muerde
al lento pasaje de la tristeza
que se arrastra como serpiente sobre los días,
deja escombros en cada movimiento
y arrasa con todo.

lunes, 11 de julio de 2011

LUNES: en otro lado


el dolor intravenoso
asciende enloquecido

por los tubos de los rojos
por los tubos de los ojos

como aceite vencido
nafta
solvente
como mezcla de ácidos
corrosivos
a la paciencia innumerada

el dolor no tiene boca
yo tampoco

las palabras están en otro lado


viernes, 8 de julio de 2011

Circularidad


La mañana arranca con la pesadumbre que acostumbra acompañarla.
Hace frío pero en casa el calefactor está a full desde hace días, se banca bien.
Mi hijo no quiere levantarse; me lleva mucho tiempo, mimos y palabras lograr que lo haga, leche chocolatada en la cama, caricias, upa y eso.

Pero no quiere.

Llorisquea, dice que no quiere ir a la escuela, pero no puede decirme por qué.
Le recuerdo todos los beneficios que tiene el día viernes, que mañana invitamos a un compañerito a casa, que hoy tiene teatro y computación en la escuela y permiso para comprar en el buffet, que sus amigos lo quieren mucho y que en el cuaderno le va re bien.
Que mañana viene su amiguita de Buenos Aires y va a parar en casa todo el fin de semana.

No le importa, me dice.

Tiene sueño.

Yo también. Tengo sueño y no quiero levantarme y no hay quien intente convencerme de que tengo que hacerlo.

A fuerza de insistencia/paciencia/disimulodepesadumbre, lo logro.

Y ahí vamos los dos, emponchados, con cara de dormidos, pálidos y lentos.
Por la vereda, entre los autos y la luz que recién empieza a salir, con bufanda y de la mano. Lejos del mar.

A pasar el día.


martes, 5 de julio de 2011

el paso


me persigue todo lo que no fui
me persigue y no se rinde
ni me muevo
dejé de escaparme
aunque huya
todo el tiempo
por un lado, por el otro

es tan divertido

al respiro le sigue el paso
sobre la cabeza
en la cara
en la boca
el zapato frenético
la presión hacia abajo
y lastima
sangra duele persigue
todo lo que no tengo

me encuentra
siempre

es tan divertido
morir en cuotas



Fotografía Henri Lartigue

domingo, 3 de julio de 2011

EL POST DE LOS LUNES: Se sabe



Se sabe que para que algunas cosas puedan vivir, puedan comenzar, sí o sí otras tienen que morir. Se sabe que para pasar a algo mejor (o menos peor, según el caso) hay que cerrar algún otro asunto, despedirse. No hay otro modo, no lo hay.
Y sin embargo, quién se banca los finales. Quién quiere perder algo, quién quiere pasar a otra cosa, cortar, lamentarse, repasar en la cabeza qué hubiera pasado si, arrepentirse, no arrepentirse, dar mil vueltas sobre lo mismo, o un par no más.
Quién se anima a nadar en el hueco incierto de la nada, porque mientras uno anda por ahí no sabe cuán lejos está el algo, cuánto más hay que andar, a veces ni se vislumbra.

Y ni hablar de lo perdido: suele ser más el dolor por lo que pudo haber sido que por lo que se pierde.

Un lugar en el otro es lo que uno no quiere dejar de tener, quizás más que a ese otro (un trabajo, un reconocimiento equis, un sitio entre las amistades o con un amigo en particular, en la familia, en una relación amorosa, un ideal. Uf, ese cómo duele).
Dueeele.
Por eso –recomiendo- hay que agarrar la felicidad en las pequeñas dosis en que se aparezca.
Apretarla en la mano hasta que se implante en la palma, a ver si deja huella, total ya se va a escapar.

También existe el aburrimiento que es una buena forma de mantenerse estable, capaz no demasiado contento pero –y esto es central- tampoco demasiado triste.

Algunos creen que se puede estar feliz en forma más o menos permanente, no seré yo quien lo contradiga o lo desmienta, menos hoy, menos acá.

Por supuesto.