jueves, 30 de diciembre de 2010

Mermaid

No es fácil, mi vida no es para nada fácil.
Me dicen que soy la más lindas de todas, que mi cabello parece salido de cuento, que mi rostro encandila y que mi boca sabe a las más inimaginables delicias del mundo. Se la pasan diciéndome que mis ojos tienen el verde más inverosímil visto sobre la tierra, y que la blancura y suavidad de mi piel hace morir de placer a cualquier hombre que se me atreva.
Que mis movimientos son incalificables por extravagantes e inesperados, que no hay forma de pasar desapercibida, que mi voz aunque peligrosa, es bellísima. Que cautivo.
Nada fácil.
Los seres que me rodean interrumpen su camino frecuentemente delante de mí para arrodillarse, para hacerme reverencias. Nado y nado sin pausa, esta vida de algas y halagos es abrumadora.
Y cuando finalmente me enamoro de cualquier tipo que pasa desprevenido y se hechiza con mis sonidos, no me queda otra que matarlo.

lunes, 27 de diciembre de 2010

El dedo en la llaga

Como si fuera poco, me pongo a leer a Rodolfo Kusch. Parece un chiste. Es como cuando uno se compra un Fiat 147 y empieza a ver Fiat 147 por todos lados, o cuando una se embaraza y de repente la calle se llena de embarazadas. Es un instante de duda: ¿recién lo veo, o mi situación multiplica las situaciones de los demás? ¿el mundo se conspiró a favor de la réplica? ¿o estaba tan ciega?
Lo cierto es que en un momento de pausa en el trabajo, me instalo en la cocina, ese lugar verdaderamente cálido y tranquilo, especialmente hoy por la mañana, cerca de las fiestas de fin de año, ya no queda casi nadie aquí. Las plantas del patio están enormes, el jazmín creció descomunal y perfuma de un modo irresistible. Afuera hace calor, pero este lugar se conserva siempre fresco, porque es una construcción antigua, de techos más bien altos y paredes gruesas, como las de antes. Ya no vienen más así. Hay un par de revistas para entretenerse, revistas de divulgación, pero yo abro mi Kusch ahora que tengo un rato para degustarlo.
Me preparo un mate y arranco con el primer capítulo (qué rico está el mate). Este señor no tiene más que refregarme por la cara la distancia innominable entre el individuo y la ciudad. Entre la subjetividad y el número perdido en la masa. La desazón primaria que se destila cuando se toma un café en Buenos Aires, sentado, solo, y pasa un transeúnte que uno ve a través del ventanal, que es como uno y no lo es en absoluto. Secreta conexión y tremenda distancia.
¿Es que ahora todo el mundo habla y piensa sobre la desazón de existir? ¿es que los autores se pusieron de acuerdo para desarrollar esta idea taladrante acerca de los vacíos, las brechas, lo inefable de pisar este mundo?
¿Es que están conspirando porque yo no dejo de pensar en eso? ¿es que nunca lo ví tan claro, sin anteojeras, sin antifaz?
¿Es que ya nunca más voy a recuperar la estabilidad que creía que el mundo le daba a las personas? ¿o que el amor, o que la profesión, o que los hijos?
¿Es un camino de ida?
Afortunadamente se hace la hora de irme, antes de tener que regresar al trabajo. Y tengo un par de trámites que hacer en el medio, retirar las fotos del egreso de mi hijo, entregar un informe escrito, comprar agua destilada para el auto, preparar la valija para el viaje de las fiestas de fin de año.
Por suerte, me voy a entretener con tantas obligaciones cotidianas, que apenas si podré olvidarme por un par de horas de todo esto, que en verdad, ya nunca más podré olvidar.

Rodolfo Günter Kusch

sábado, 25 de diciembre de 2010

Pareja


Mi netbook y yo nos convertimos en una suerte de pareja inseparable. Como si nos necesitáramos al estilo de los simbióticos que no se conciben el uno sin el otro. Modo un poco extremo de entender el vínculo, pero bien satisfactorio mientras la cosa funciona, para qué lo vamos a negar. Será medio patológico, pero qué oasis de la crueldad del mundo es descansar en ese otro–espejo–complemento–mitad de la naranja al menos mientras el hechizo se mantiene en pie. Después, bueno, siempre después sea como sea el estilo del vínculo, de la pareja (digámoslo)  aparecen los problemas, no le vamos a endilgar esa aparición exclusivamente al estilo simbiótico.
Pero no, no, no es ése el adjetivo. Ni el sustantivo. No somos pareja sino que es más bien una parte de mi cuerpo, por lo cual sería redundante decir que somos inseparables. Se supone que salvo fuerza mayor, las partes del cuerpo tienden a permanecer unidas. Es cierto que mucha gente se ve compelida a transitar por el mundo sin alguna parte de su cuerpo o con un suplemento, pero implica siempre una honda falta que hay que saber llevar, porque mierda, a nadie le gusta que le falte nada de su cuerpo ni de nada. Y a mí no me gusta que me falte la netbook.
Ahora que  lo pienso no es exacta tampoco esa idea. Ya que por momentos sí tenemos que estar separadas, no puedo usarla todo el tiempo, ni si quiera tenerla al lado mío permanentemente. Sería enfermizo, por supuesto. Ni vale la pena enumerar la gran cantidad de actividades que uno debe realizar en la vida, en lo más banal y cotidiano, en que la presencia o uso de la net sería un absoluto incordio (lavar platos, ropa, ir al super, manejar en el auto o tomarse un colectivo, ir a trabajar, llevar al hijo a fútbol, infinitas actividades). Además, no constituye un elemento de mi trabajo, no todo el tiempo.

Uf, no pensé que fuera tan difícil y llevara tanto esfuerzo definir esta relación.

Se parece al diario íntimo que antiguamente llevaban las adolescentes. Digo antiguamente  porque creo que se ha perdido un poco esa costumbre de escribirlo todo, los secretos, lo deseado, lo temido, en ese cuadernito muy bien escondido y cerrado. Intuyo que algo de eso persiste en esta extraña relación que nos mantiene unidas desde que nos conocimos. Si bien debo admitir que en momentos en que no la tuve y la necesité, fui al papel y la birome. Sí señor, es más, fui a cualquier papel, papeluchos impresentables incluso, que recibieron toda mi compulsión por escribir y se bancaron estoicos los tachones, flechitas y asteriscos, hasta que llegara el momento de pasarlo en limpio en la bonita net. O sea, no le fui fiel como se lo era al diario íntimo. Además este inefable objeto no sólo es receptáculo de la mencionada compulsión, sino de otras tareas relacionadas con cosas serias de la vida, trabajo, mails importantes, también dibujos de mi hijo, entretenimientos, fotos, videos, textos de estudio, jueguitos. No, es mucho más que un diario aunque se le parezca notablemente.
¿Será como el cepillo de dientes? Que no se presta o sólo a regañadientes, que se lleva cuando uno viaja, y cuando uno no viaja sabe que está a mano, en casa, esperándonos. Pero la net viaja cuando uno quiera y no necesita estar en el baño aguardando nada. Y también se la presta, aunque con recaudos, claro, y muchos. No.
No podría decir que es como mascota y amo, tampoco. Porque está bien que uno quiera a la netbook con toda su alma, y la netbook lo quiera a uno, pero aunque uno se resista a aceptarlo, no tiene vida. Sería delirante.
¿No?
Y los animalitos además miran (¡y a veces de un modo!) y lamen, olfatean, hacen ruidos y tienen olores… y aunque duela en el alma, aceptémoslo, la net es un artefacto, sería psicótica esa comparación.
Entre nosotros, es un aparato distinto a todos y cuando duermo, sé que me mira y me oye. Pero no lo digamos muy fuerte porque nos van a querer llevar a uno de esos indeseados lugares que proclaman curar la mente. Shhhh.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

De fotos y palabras

Ayer, hoy, días históricos de furia, alivio y angustia mezclados. La justicia condenó a perpetua, en casi todos los casos, a los genocidas de la dictadura militar que nos azotó en la década de los 70 y principio de los 80. Además de Videla, los represores González y el Turco Julián, secuestradores de Marta Elsa Bugnone y María Elena Bugnone, mis tías.
Hace un tiempo escribí esto, hoy lo subo al blog y tal vez el final del escrito debería ser diferente: hoy sí algo termina.


De fotos y palabras

Esas fotos me miran desde ahí, desde el oscuro vapor en negro y blanco. Inmortalizados en esos papeles viejos, en esas fotos enrojecidas de tiempo y sangre. Ahí se quedaron, los veo y mis ojos de nena no tienen de ellos otro registro que ése… Historias, contadas, leídas, oídas, vistas… olvidadas una y otra vez. Se me volvieron cuento durante mucho tiempo. Se me hicieron angustia mucho después. Figuras de mito, delgadas, al sol, las casas llenas de fotos.
Soy una nena y mis ojos se detienen en las caras borrosas de esas imágenes que siempre me miran.  Como gris de duelo, tormenta y horrores atrapados ahí, ocultos en el papel. “Aquí estás vos, a upa de María Elena”, me dice mi mamá desde siempre. Misterio y memoria sepultada aroman la trágica magia de eso que miro. De las fotos a las palabras, toda una vida. De la imagen congelada y siempre joven al dolor viejo, sin final.
Que lo justo repare los desgarros, que lo justo queme los ojos de los asesinos, que lo justo nos devuelva la paz jamás encontrada, que lo justo les de un viento y un abrazo a quienes sueñan en el mar, en la tierra, en el aire, en una muerte que nunca termina.

Marta Elsa Bugnone y Jorge Ayastuy

la fecha


se oye en las radios
la tele
los negocios
los taxis
la calle

donde la gente deambula
se acelera
pelea
se amontona
se empuja

las vidrieras se ven bonitas
tan nevadas
y hace tanto
tanto calor
en buenos aires
en entre ríos
en mendoza

los veo pasar apurados o mirar con atención
las jugueterías,
van y vienen las ganancias
las mujeres con los bebés en cochecitos
corriendo a última hora,
los hombres transpirados
putean en voz baja
y no encuentran estacionamiento

las familias se juntan
a comer
en el mejor de los casos
reírse
tocar la guitarra
a veces a mirarse
sin tener qué decirse
a veces
cosas peores

nada muy distinto
aunque la fecha parezca
teñirlo todo,
la alegría de este día
hay que festejar
nos convence la radio.


Imagen: Marylin Manson navideño

 

lunes, 20 de diciembre de 2010

dónde


dicen que anda por ahí  
pero no
en cualquier lado,
hay que buscar un poco
debajo de las ventanas
y los almohadones,
también encima de ellos
porque cuando uno se acuesta
con película
y compañía adecuada,
aparece

hay que fijarse bien
entre la bombilla y la yerba
justo en el punto en que se unen
con el agua,
ahí y en el sorbo largo

en el primer sonido
de la Fantasía
Impromptu opus 66
de Chopin

a lo largo de los cuentos
de “El país de octubre”
y en el seminario 17 de Lacan
una vez que se entendió
y todos los libros de Foucault

en la plaza Mitre
un miércoles a las cinco de la tarde
o un sábado a las tres,
en el tobogán que parece un túnel
que baja
a mil

suele andar por la playa
de día y de noche,
de mar y de río
y cuando uno duerme la siesta
profundo y sueña,
anda dando vueltas

en el helado de dulce de leche granizado
o con nueces

en los ojos de los chicos
en los ojos de mi hijo

en los de mis amigas
después de varios días sin vernos
con una valija de cosas para contar

en algunas navidades
en algunos poemas
en algunas imágenes oníricas
en algún silencio
en algunos recuerdos
en los domingos de mañana
y los viernes de nochecita
de verano
con brisa tibia
y tremendas ganas de enamorarse.
                                                                                                                                                                                                                                                                 Fotografía: yo. Cerro de los Siete Colores - Jujuy. 
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   

domingo, 19 de diciembre de 2010

puzzle


se me mueven las piezas,
así no se puede
armar este puzzle
insoportable

ya no culpo
a nadie,
ni a Murphy
ni al clima
ni al sistema capitalista
ni a mis padres
ni a mi ex

es un problema
ése,
no culpar

(toda la culpa
toda
sabe tan rica)

las partes
de este todo
que no se deja compactar
saltan

todo el tiempo
pierdo / gano
en el mismo movimiento
suelto / amarro
deseo / detesto
me mudo / me quedo
entiendo / no entiendo

no tengo un plano
para encajar los elementos,
estas fichitas
inquietas,
una triste guía telefónica
un catálogo
un prospecto
al menos una simple lista de supermercado

el orden
de las cosas

una cerradura
una puerta
un sillón
un domingo a las ocho de la noche
la tele encendida
las plantas regadas
la ropa en el placard
el perfume del limpia pisos
los cajones cerrados

y las cuentas
cuidadosamente
saldadas.


Fotografía Sebastiao Salgado

Convivencia


Puse de fondo Ismael Serrano, no sé por qué había dejado de escucharlo. Algunas canciones me gustan y otras no. Me trae memorias ambivalentes, como casi todas las memorias.
Donde habitan las cosas que pasaron y que nos pasaron encima y que nos pasan factura o solamente nos siguen pasando porque se niegan a irse.
En una época me moría si las perdía, hacía todo lo que estaba a mi alcance para retenerlas conmigo, para evitar que se perdieran en la vaguedad del olvido, no las dejaba ir, las mantenía secuestradas en mi cabeza.
Después quise lo contrario, dinamitar lo que persistía, sin lograrlo nunca, nunca.
Ahora ya perdí la cuenta de qué cosas son las que pasaron, cuáles las que siguen pasando y cuáles mejor perder.
Convivimos todos en casa. A veces se arma lío, lo admito, me confundo y le hablo por ejemplo a una de las cosas que se perdió hace mucho como si siguiera viva. O una de las cosas que siguen pasando me trata como si yo estuviera irremediablemente perdida. Ahí me confundo de nuevo.
¿Estoy irremediablemente perdida?
Sólo espero que de tanta mezcla salga algo bueno, me digo a mí misma. Pido como la gente que pide deseos en los santuarios, como el de Gilda a la vera de la ruta 14 que me lleva a mi ciudad natal.

Es una pena no tener hoy un santo a mano para rezarle.

Fotografía: Santuario de Gilda

sábado, 18 de diciembre de 2010

Despertar

Henri Cartier Bresson
Para G. M.


Tus suspiros me despiertan,
son secretos
sin palabras
y sin nombre
cuando la luz de tu boca se hace agua

que me despinta
me descubre
me desata.

Me vuelvo hada
me hago puro incienso
me creo viento que nada entre
tus alas.

Es el latido de tu voz
cuando me llama
que me devuelve al sentido de las cosas.

Porque todo se me vuelve transparente
en el instante
imprevisible
anhelado

en que tu boca
me devuelve
el alma.

    
(1998)

fin de año

marco el almanaque
como un preso
o la presa
de un depredador,
como si el final del año
y el principio del siguiente
significara
algo

qué risa
aquellos que repiten
eso de que con el año nuevo
llegan las cosas nuevas

adjudicándole a la división de los días
al arbitrario conteo
de las semanas
y los meses
alguna propiedad,
alguna autoridad
sobre el torcimiento de las rutas,
sobre las sorpresas
o la concreción de los deseos

el calendario me mira
asombrado
y se ríe
cuando me doy vuelta a buscar la lapicera,
me mira con superioridad

la de ser un objeto
que no siente

pensará
“¿ésta qué cree?
¿que descontando números
pasará algo?”

utiliza la ironía
el calendario,
porque es un objeto muy perspicaz
y a decir verdad,
no pierde oportunidad
de reírse de mí

lo tengo a mano,
lo veo frecuentemente
y planifico
siempre planifico
lo que nunca funcionará
excepto vacaciones y horarios de trabajo

el pobre pedazo de papel
nada tiene para hacer
más que mirarme con los ojos
entrecerrados,
aguantar una carcajada
y compadecerse
cada tanto
de mí.
 

jueves, 16 de diciembre de 2010

Murphy & yo


Tengo una excelente puntería para el error. Me felicito porque soy de las mejores en eso, cierto, me destaco. Donde pongo el ojo, pongo la bala. Murphy y yo trabajamos conjuntamente, sus valiosos aportes afinan mis elecciones, y nunca fallan (aunque los que saben digan que Murphy, en consecuencia con su teoría, también falla!).
Convengamos que la mía es una posición que le ahorra al otro una larga serie de reproches, ya que, ¿cómo culparlo? ¿si fue esa flecha directa, rápida y contundente la que salió de mí? Sí, sí, cada uno pone su parte, ley de leyes. Ley suprema, indiscutible, así funciona todo. Pero… a la hora de sopesar, de mirar el eje de la balanza, de sacar cuentas, y finalmente –digámoslo- de elegir…
…me corono. Sí señor. Ahí enarbolo uno de mis mayores orgullos: la equivocación.
Un psicoanalista diría que justamente ése es el acierto del inconciente: en el error, él se satisface y se mata de risa (el inconciente, no el psicoanalista). Ajá. Mientras tanto, uno las paga…
Hasta que chanflee un poco la puntería. Y quede un margen para esperar que la flecha venga de otro lado, de sorpresa y le dé justo justo en el medio del pecho al amigo Murphy.


lunes, 13 de diciembre de 2010

Insomnio


No me gusta despertarme en el medio de la noche. Todo en silencio, negro, propicio para espíritus y cosas raras que divagan desde la mente hacia el vaho de la habitación, desde la habitación hacia el vaho de la mente.
No me gusta que me atosigue el pensamiento de noche. En esos momentos a veces las hadas se meten entre los satanes y se produce una mezcla tan extraña como encantadora.
Dado el caso,  el hada en cuestión se llena de brillitos y campanitas, esas cosas que a ellas les encantan, anda con una música de fondo tipo “Las cuatro estaciones” de Vivaldi y se mueve danzarina. El satán, en cambio, va chorreando sangre ajena, enardecido, lleva en los oídos Marilyn Manson, los ojos rojos le explotan y busca a su hada para devorarla toda vez que pueda.
En algunos momentos, el hada lo retiene con la mirada. Lo retiene como imán, más bien lo paraliza.
Lo congela pero con ardor, le tira un fuego por los ojos, muy simpático como todo lo que las caracteriza, es un fuego con chispitas de colores y que salpica.
Ante el intenso disparo de llamas de hechizo, lenguas de fuego tintineante y musiquita al tono, el satán se queda mudo.
Se queda con su bocaza abierta, los colmillos listos pero inmóviles.
Los ojos declinan ante la mirada imposible del hadita.

Después me vuelvo a dormir, y por la mañana, naturalmente, ya no me acuerdo de nada.

domingo, 12 de diciembre de 2010

decisión

"hay que ponerle azul a la bestia
envolverla en el azul
dirigir tres plegarias a la bestia"
Gonzalo Viñao

hay que matar
eso

hay que sorprenderlo dormido
esperarlo detrás de la puerta
de la cocina
anticiparlo por la mirilla
clavarle una aguja de tejer
en los ojos
soplarlo con viento de verano

hay que desconcertarlo
mostrarle la sonrisa
cuando menos la espera,
desorientarlo
con un cafecito a la siesta
y que se quede con la daga
apuntando para abajo

hay que dejarlo con las ganas
salir corriendo antes de que nos alcance
correr más rápido
ring raje

despistarlo
una tarde con hijos en el tobogán,
una noche con Waits
un buen libro
una arena o un otoño acompañado


dejar de hablar
de eso
y decapitarlo

jueves, 9 de diciembre de 2010

sweet


estoy enviciada,
no me lo reproches.
adoro el impulso
de escribirte
mientras estudiás los pasillos
de esta casa
para escapar a tiempo

y murmurás en voz baja
“qué desconcierto”.

tu dulce rechazo
me moja la puntita
de los dedos
de los pies
con esa miel
amarguita
que  me empasta la lengua
y me llena la boca
de unos besos
imposibles.


Fotografía Henri Cartier Bresson

martes, 7 de diciembre de 2010

paciencia



qué será esa paz
que la paciencia enarbola,
esa espera
indeterminada
de lo deseado,
ese aguantarse todo
en desmedro del honor,

y se la pierde ante reiterados
ataques
a su integridad

ese sentimiento

(¿es un sentimiento?
¿una virtud?
¿un castigo?)

esa posición frente a la vida

la paciencia y la pasión
se llevan mal,
muy mal

un día la paciencia te transporta
por larguísimos pasillos
y caminatas sin final

y otro
la pasión le gana
abrís la ventana
y siete pisos.


Fotografía Gustavo Muriel
 
 

domingo, 5 de diciembre de 2010

indicación médica

                                     
                            "Es mejor tener un final horrible, que tener horrores sin final." (Ley de Matsch)

“acción terapéutica:
antibiótico macrólido
semisintético
que ejerce su acción antibacteriana
inhibiendo la síntesis
de proteínas
en los microorganismos
susceptibles
por unión”

viste, cuando los microorganismos        
se unen
causan infecciones
y después hay que ir al médico,
esperar docenas
de horas
en la sala de espera,
conversar un poco con la secretaria,
con el paciente de al lado

por suerte el remedio
le inhibe la síntesis
de proteínas
a esa unión
que hace tanto mal

los separa
la precisión de la química,
aniquila el efecto daño

hace bolsa el estómago,
porque como sabemos
los remedios
te arreglan por un lado
y te desarreglan por el otro

pero es así,
amante de los desarreglos:

mejor una náusea a tiempo
que morir de asepsia generalizada.