sábado, 25 de diciembre de 2010

Pareja


Mi netbook y yo nos convertimos en una suerte de pareja inseparable. Como si nos necesitáramos al estilo de los simbióticos que no se conciben el uno sin el otro. Modo un poco extremo de entender el vínculo, pero bien satisfactorio mientras la cosa funciona, para qué lo vamos a negar. Será medio patológico, pero qué oasis de la crueldad del mundo es descansar en ese otro–espejo–complemento–mitad de la naranja al menos mientras el hechizo se mantiene en pie. Después, bueno, siempre después sea como sea el estilo del vínculo, de la pareja (digámoslo)  aparecen los problemas, no le vamos a endilgar esa aparición exclusivamente al estilo simbiótico.
Pero no, no, no es ése el adjetivo. Ni el sustantivo. No somos pareja sino que es más bien una parte de mi cuerpo, por lo cual sería redundante decir que somos inseparables. Se supone que salvo fuerza mayor, las partes del cuerpo tienden a permanecer unidas. Es cierto que mucha gente se ve compelida a transitar por el mundo sin alguna parte de su cuerpo o con un suplemento, pero implica siempre una honda falta que hay que saber llevar, porque mierda, a nadie le gusta que le falte nada de su cuerpo ni de nada. Y a mí no me gusta que me falte la netbook.
Ahora que  lo pienso no es exacta tampoco esa idea. Ya que por momentos sí tenemos que estar separadas, no puedo usarla todo el tiempo, ni si quiera tenerla al lado mío permanentemente. Sería enfermizo, por supuesto. Ni vale la pena enumerar la gran cantidad de actividades que uno debe realizar en la vida, en lo más banal y cotidiano, en que la presencia o uso de la net sería un absoluto incordio (lavar platos, ropa, ir al super, manejar en el auto o tomarse un colectivo, ir a trabajar, llevar al hijo a fútbol, infinitas actividades). Además, no constituye un elemento de mi trabajo, no todo el tiempo.

Uf, no pensé que fuera tan difícil y llevara tanto esfuerzo definir esta relación.

Se parece al diario íntimo que antiguamente llevaban las adolescentes. Digo antiguamente  porque creo que se ha perdido un poco esa costumbre de escribirlo todo, los secretos, lo deseado, lo temido, en ese cuadernito muy bien escondido y cerrado. Intuyo que algo de eso persiste en esta extraña relación que nos mantiene unidas desde que nos conocimos. Si bien debo admitir que en momentos en que no la tuve y la necesité, fui al papel y la birome. Sí señor, es más, fui a cualquier papel, papeluchos impresentables incluso, que recibieron toda mi compulsión por escribir y se bancaron estoicos los tachones, flechitas y asteriscos, hasta que llegara el momento de pasarlo en limpio en la bonita net. O sea, no le fui fiel como se lo era al diario íntimo. Además este inefable objeto no sólo es receptáculo de la mencionada compulsión, sino de otras tareas relacionadas con cosas serias de la vida, trabajo, mails importantes, también dibujos de mi hijo, entretenimientos, fotos, videos, textos de estudio, jueguitos. No, es mucho más que un diario aunque se le parezca notablemente.
¿Será como el cepillo de dientes? Que no se presta o sólo a regañadientes, que se lleva cuando uno viaja, y cuando uno no viaja sabe que está a mano, en casa, esperándonos. Pero la net viaja cuando uno quiera y no necesita estar en el baño aguardando nada. Y también se la presta, aunque con recaudos, claro, y muchos. No.
No podría decir que es como mascota y amo, tampoco. Porque está bien que uno quiera a la netbook con toda su alma, y la netbook lo quiera a uno, pero aunque uno se resista a aceptarlo, no tiene vida. Sería delirante.
¿No?
Y los animalitos además miran (¡y a veces de un modo!) y lamen, olfatean, hacen ruidos y tienen olores… y aunque duela en el alma, aceptémoslo, la net es un artefacto, sería psicótica esa comparación.
Entre nosotros, es un aparato distinto a todos y cuando duermo, sé que me mira y me oye. Pero no lo digamos muy fuerte porque nos van a querer llevar a uno de esos indeseados lugares que proclaman curar la mente. Shhhh.

No hay comentarios:

Publicar un comentario