miércoles, 22 de diciembre de 2010

De fotos y palabras

Ayer, hoy, días históricos de furia, alivio y angustia mezclados. La justicia condenó a perpetua, en casi todos los casos, a los genocidas de la dictadura militar que nos azotó en la década de los 70 y principio de los 80. Además de Videla, los represores González y el Turco Julián, secuestradores de Marta Elsa Bugnone y María Elena Bugnone, mis tías.
Hace un tiempo escribí esto, hoy lo subo al blog y tal vez el final del escrito debería ser diferente: hoy sí algo termina.


De fotos y palabras

Esas fotos me miran desde ahí, desde el oscuro vapor en negro y blanco. Inmortalizados en esos papeles viejos, en esas fotos enrojecidas de tiempo y sangre. Ahí se quedaron, los veo y mis ojos de nena no tienen de ellos otro registro que ése… Historias, contadas, leídas, oídas, vistas… olvidadas una y otra vez. Se me volvieron cuento durante mucho tiempo. Se me hicieron angustia mucho después. Figuras de mito, delgadas, al sol, las casas llenas de fotos.
Soy una nena y mis ojos se detienen en las caras borrosas de esas imágenes que siempre me miran.  Como gris de duelo, tormenta y horrores atrapados ahí, ocultos en el papel. “Aquí estás vos, a upa de María Elena”, me dice mi mamá desde siempre. Misterio y memoria sepultada aroman la trágica magia de eso que miro. De las fotos a las palabras, toda una vida. De la imagen congelada y siempre joven al dolor viejo, sin final.
Que lo justo repare los desgarros, que lo justo queme los ojos de los asesinos, que lo justo nos devuelva la paz jamás encontrada, que lo justo les de un viento y un abrazo a quienes sueñan en el mar, en la tierra, en el aire, en una muerte que nunca termina.

Marta Elsa Bugnone y Jorge Ayastuy

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