sábado, 18 de diciembre de 2010

fin de año

marco el almanaque
como un preso
o la presa
de un depredador,
como si el final del año
y el principio del siguiente
significara
algo

qué risa
aquellos que repiten
eso de que con el año nuevo
llegan las cosas nuevas

adjudicándole a la división de los días
al arbitrario conteo
de las semanas
y los meses
alguna propiedad,
alguna autoridad
sobre el torcimiento de las rutas,
sobre las sorpresas
o la concreción de los deseos

el calendario me mira
asombrado
y se ríe
cuando me doy vuelta a buscar la lapicera,
me mira con superioridad

la de ser un objeto
que no siente

pensará
“¿ésta qué cree?
¿que descontando números
pasará algo?”

utiliza la ironía
el calendario,
porque es un objeto muy perspicaz
y a decir verdad,
no pierde oportunidad
de reírse de mí

lo tengo a mano,
lo veo frecuentemente
y planifico
siempre planifico
lo que nunca funcionará
excepto vacaciones y horarios de trabajo

el pobre pedazo de papel
nada tiene para hacer
más que mirarme con los ojos
entrecerrados,
aguantar una carcajada
y compadecerse
cada tanto
de mí.
 

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