lunes, 10 de enero de 2011

EL POST DE LOS LUNES: HEBILLA

Buen día! ya que los lunes son tan desagradables, y visto que no tenemos forma de eliminarlos, al menos empecemos el día con algo nuevo para leer... Feliz lunes!


Hebilla.

Ya entendí, piensa. Y se toma el mate largo y caliente, amargo como el caer sucesivo de los días y los domingos a las siete y media de la tarde en invierno. En Mar del Plata. Sin tele y sin compañía.
Ya entendí.
Y se pone el pelo detrás de la oreja. Y mira un momento por la ventana que da a la calle, a través de las cortinas de lienzo adornadas con puntillas rústicas. La luz entra con insistencia, así y todo no logra iluminarla. Mira y nadie pasa por la vereda ahora, salvo el 241 que para justo en esa esquina, por eso se lo oye y se lo ve por la ventana a cualquier hora del día.
Traga saliva y otro mate lento como el exceso de tiempo del verano de la infancia, lentísimo como esos días eternos que significaban una segunda vida en la vida de los ocho años. Lento como el dolor de los duelos que parece no irse nunca, que obliga a armarse de paciencia o perderla definitivamente, pero siempre gana: hay que esperarlo. Así, largo como esa espera, incierto e inestable es el mate que se toma mientras piensa que sí, que ya entendió.
Entender es aceptar que no es posible, que no es real ni posible verdaderamente, que se produzca lo que desea.
Aceptar es una soga que aprieta la garganta hasta la máxima tensión de que es capaz, es quitarse por sí misma el cuchillo clavado hace un tiempo en alguna arteria y aliviarse del metal, al precio de sucumbir al derroche sanguíneo.
Y sin embargo, piensa mientras el tercer mate le quema el esófago con pericia de incendiario, ya entendí y tiene sus beneficios.
Contra todos los pronósticos de nihilismo ridículo y melancolía encarnizada, hay un extraño alivio en entender. En dejar de presionar el movimiento del mundo hacia un lado imposible. Claro, y se pone de nuevo el pelo detrás de la oreja, es eso.
De ahí viene el descanso. De dejar de empujar la nebulosa de acontecimientos hacia el lado en que los acontecimientos no quieren ir. Al final, ¿quién me creo yo para llevar las cosas hasta ahí cuando la premisa me indica desde el principio que no?, piensa con un mechón de pelo en la mano y se lo echa hacia atrás.
¡Ah! Ya entendí, es como las películas y las novelas de suspenso: la clave del final está al principio.
Y las cortinas un poco corridas, el 241 pasa de nuevo y el perro del vecino de enfrente ladra corto pero fuerte.
Retrospectiva, he ahí una de las respuestas. Ni siquiera hay que ir tan lejos.
Esto empezó de una manera en que estaba escrito su final, piensa y decide atarse el pelo con una hebilla en un rodete desprolijo y definitivo.

2 comentarios:

  1. Hola Carolina, siempre es muy grato encontrar lugares en donde se sigue escribiendo. Se torna bastante difícil en estos tiempos no claudicar y seguir narrando, contando, inventando, escribiendo. Por eso me gusta este blog, porque son parte de la resistencia.
    Me vas a ver seguido por acá, buena suerte y más que suerte!

    MX.

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  2. cuentochino, un placer! tu blog es muy bueno! la verdad, me encanta tu idea de la resistencia, aquí estamos! resistiendo con tanto placer de hacerlo... un abrazo y gracias!

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