viernes, 21 de enero de 2011

"Demonios, arriba"


Uso el celular como despertador, pero no la “alarma” sino la función “recordatorio” porque el sonido me resulta más tolerable. Odio, odio soberanamente la bocina del despertador. También odio la del recordatorio, pero menos. Y como el celular da la opción de poner unas palabras, para saber precisamente qué es lo que uno quiere recordar, yo puse “Demonios, arriba”. Y hoy me colgué leyendo eso. Cuando por accidente, revisando y borrando mensajes, me lo encontré, lo leí: “Demonios, arriba”.
Puteé cuando lo escribí, me acuerdo. En vez de poner “Mierda, arriba” o “Puta que lo parió, arriba”, puse “Demonios”. No sé, me salió el castellano neutro, yo qué sé. Me gustó y lo dejé.
Y hoy me preguntaba si los demonios se levantarán conmigo todas las mañanas. Si creerán que es un llamado, un mensaje a ellos, un imperativo “Demonios! Arriba!”. Si cada día que ese artefacto tedioso suena y me rompe el sueño que con tanto esfuerzo logro mantener algunas horas, esos mal habidos abrirán también sus ojos y sus bocazas salivantes de colmillos y tinieblas. 
Si tendrán lagañas, si putearán como yo por levantarse. Si dormirán en parejas, solos, si son putos los demonios o binorma, si carecen de sexo (lo dudo). Ésos son los ángeles. Ni a palos los demonios. Cómo será el sexo que mantienen los demonios.

Eso me preguntaba hoy, mientras buscaba el protector solar y borraba unos malditos mensajes en el celular.

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