Es como si un tren me empujara.
No digo que me chocara,
sólo que me empujara
desde atrás
y me llevara a su velocidad.
Un tren eléctrico,
esos que corren parejos
con la luz.
Es como si un alud me impulsara,
no encima de mí sino
que me hiciera volar con su fuerza
y desmentir la gravedad,
riéndome de los que veo
desde arriba
mientras saludo,
están tan quietos, tan lejos
parecen hormiguitas
desde acá.
Y también es
un disparo, un despegue
en Cabo Cañaveral,
un vuelo intergaláctico,
el trayecto de una estrella fugaz,
un grito arrojado a cualquier eco,
un instante de ahogo,
un agua con ganas de tragar,
una inmensidad.
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