lunes, 23 de mayo de 2011

EL POST DE LOS LUNES: El Triste*


(relato inspirado en charlas marinas con Héctor Ramón Cuenya)

Se pone los broches en la botamanga del pantalón marrón de gabardina, se sienta en la bici y enfila para Juan B. Justo desde Jara. Pedalea y pedalea con parsimonia, el pelo engominado con lord cheselin y una colonia barata, camisa blanca y bolsito también marrón colgado hacia un costado. Hay un poco de viento y el cielo se puso gris, como se pone siempre en Mar del Plata en agosto a las seis de la tarde. Pero el aire no le mueve ni un pelo, que está bien quietito en su lugar y además él va lento pero seguro, sabe dónde quiere llegar.

El Triste se va a encontrar con Vera, que lo espera con el mate y recién bañada, la blusita rosa y la falda negra, con radio nacional de fondo, justo a la hora en que pasan los tangos.

El Triste llega, le toca el timbre y Vera amplía una sonrisa de dientes torcidos y mal aliento, está tan contenta.
Tantea la puerta y lo mira con esos ojos blancos y vacíos –no es una metáfora, Vera no ve- y le regala esa bocota sonriente y desmesurada. El Triste la besa rapidito, le da un paquete de facturas y le dice Cómo está la rubia más linda del barrio. Vera le dice Ay Triste, tan galante vos.

Se sienta cabizbajo, como siempre, y canturrea San Juan y Boedo antiguo, y todo el cielo… justo lo están pasando en la radio.

Se toman unos mates y cuando están lavados, el Triste le dice Vamos a pasear, rubia. Y van. Ella sale sin el bastón blanco porque va con él.

Toman Juan B. Justo para el lado del mar, ella le aprieta el brazo más por amor que por andar en la calle y él le canta el tango más triste que conoce.

Cuando llegan a un bolichito oscuro y maloliente, el Triste se topa con el Negro y le dice Acá tengo lo tuyo. Entran, Vera cree que van a tomar un cafecito, y lo toman. Y además el Triste le entrega el paquetito con merca al Negro y recibe la plata, en una esquinita del bar, donde están los mismos de siempre: el Gordo, el Ñato, el Justiciero.

Están en eso cuando entran al lugar dos muchachos con pinta de quilomberos, y efectivamente, hacen quilombo. Le piden al mozo cerveza casi a los gritos y putean a uno que según ellos, los mira mal.

El Triste se queda en el molde, mira para abajo, apaga el cigarrillo, se toma otro traguito del café. Vera lo agarra fuerte de la mano, él le dice Tranquila Vera. Y el Justiciero se levanta de la silla, despacito, es un tipo flaco, morochito, de pelo corto, bajito, con las orejas puntiagudas. Si alguien lo mira sin detalles parece un gnomo o un duende. Se levanta de la silla, empuña su 45 y pum pum. A la mierda. Los baja con un par de tiros y sale corriendo, en su moto. No tiene miedo el justiciero, es buen pibe pero medio impulsivo.
Antes de que a Vera le dé un ataque de nervios, el Triste se la lleva casi flameando al viento, se suben en un taxi, Verita, mi percanta no se me asuste; peor es la sandía con vino.

Y la besa cortito y triste.


*a publicarse próximamente en el libro de cuentos "Humo", Primer Premio al Concurso Literario Municipal Osvaldo Soriano en la Categoría "Cuentos", 2011, Mar del Plata.

6 comentarios:

  1. por un momento creí que el justiciero los había matado o fueron tiros al aire?

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  2. no, el justiciero le dio a los muchachos que hicieron quilombo, no más... es muy amigo del Triste, ja, gracias por leer!

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  3. Grande Bug.
    Tiene savor a Tuñon
    ¿No?
    Salute & universe

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  4. Ey Maestro! Grande Ud! Abrazos & buena vida!

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  5. Epa, ¡disparos en 'O qué'!

    Mejor escaparle a ese arrabal de chicos buenos que se dejan llevar por sus impulsos. En cuanto a Vera, muy oportuna su condición de ciega, aunque creo que con lo que puede tocar y escuchar le basta y le sobra. Su sonrisa desmesurada, de dientes torcidos y medio podridos va perfectamente de la mano con el personaje de El Triste.

    Sin embargo, El Triste es más que un tipo triste; sostiene su tristeza con sadismo: ¿por qué la saca de su casa y la lleva a ese bolichito espantoso? Callándola con "...peor es la sandía con vino" demuestra su pobreza de espíritu (salvo que no se aguantara más la baranda a hongos que sale de su boca).

    Estoy seguro de que el día que El Triste se canse de ella, serán los nudillos de El Justiciero, el Gordo o el Ñato los que toquen a su puerta.
    Salud!

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  6. Si! es exactamente así, el Triste es un hijo de perra! y Vera, una hermosa (con dientes podridos y todo),
    gracias por tu lectura tan atenta, siempre!

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