miércoles, 12 de octubre de 2011

Una cuestión de velocidad


Los amores fugaces no son un problema
siempre y cuando
la velocidad sea precisa.
Ni bien se alargan
como sacudón de terremoto
sin pronosticar
o se adhieren
como la saliva al beso,
algo se desata y muere.

Los amores fugaces que se creen eternos
arrinconan hasta doler
a pesar de las hipótesis mejor argumentadas,
no hay kilómetros o papeles o idiotas
que lo convenzan
de que se retire
sin sangre,

sin que los cortes a la altura del abdomen
dejen ver los órganos
grises y ajenos
boqueando como los peces que se mueren
al respirar por la última vez.

El amor no es fugaz,
es el principio y el final de todo
lo que se niega
a sí mismo,
ruedo al bies,
agua en los dedos,
los olores de la noche.

Contraría la rapidez
con la que las cosas se nos caen,
se pierden o se deshacen,
es un militante de la permanencia.

Los amores fugaces no existen.


4 comentarios:

  1. no. son los que te acordás siempre. y sí.
    beso, linda.

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  2. los amores fugaces no existen... bien.. pero ¿Existen amores que no sean fugaces ? digo, siendo fugaces como somos en este universo que nisiquiera es eterno....

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  3. uf yo qué sé, me confundiste!
    gracias por leer! abrazo

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