viernes, 8 de julio de 2011

Circularidad


La mañana arranca con la pesadumbre que acostumbra acompañarla.
Hace frío pero en casa el calefactor está a full desde hace días, se banca bien.
Mi hijo no quiere levantarse; me lleva mucho tiempo, mimos y palabras lograr que lo haga, leche chocolatada en la cama, caricias, upa y eso.

Pero no quiere.

Llorisquea, dice que no quiere ir a la escuela, pero no puede decirme por qué.
Le recuerdo todos los beneficios que tiene el día viernes, que mañana invitamos a un compañerito a casa, que hoy tiene teatro y computación en la escuela y permiso para comprar en el buffet, que sus amigos lo quieren mucho y que en el cuaderno le va re bien.
Que mañana viene su amiguita de Buenos Aires y va a parar en casa todo el fin de semana.

No le importa, me dice.

Tiene sueño.

Yo también. Tengo sueño y no quiero levantarme y no hay quien intente convencerme de que tengo que hacerlo.

A fuerza de insistencia/paciencia/disimulodepesadumbre, lo logro.

Y ahí vamos los dos, emponchados, con cara de dormidos, pálidos y lentos.
Por la vereda, entre los autos y la luz que recién empieza a salir, con bufanda y de la mano. Lejos del mar.

A pasar el día.


2 comentarios:

  1. La ruedita del ratón ¿no?
    Es así, pero al menos no nos apuremos tanto en correr!!!
    Besos!

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  2. Ey, vecina del twitter! un placer tu visita por acá... un abrazo!

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