domingo, 4 de diciembre de 2011

LUNES: Cumpleaños, de Pablo Roset*



Marina regresó a la sala de estar con una botella de whisky, algunos cubos de hielo y unas perlitas que sus ojos pronto reabsorberían. Si la conocía un poco, podía asegurar que estaba feliz de agasajar a sus amigos. En un extremo de la mesa, Marga y Miguelito sostenían una discusión acalorada que los mantenía al margen del grupo. Fue Dolly quien, entonces, saltó de su silla para llamar la atención. Como siempre.
- “¡Ah, miren esto, la que nunca tomaba alcohol… se ve que encontraste tu medida!”
Había sido un comentario anclado en aquel pasado que nos reunía. Percibí que Marina lo había recibido con una expresión alegre en sus ojos (que ya habían secado). Sin embargo sus labios, pintados con delicadeza, permanecieron tiesos. ¿La inercia del silencio? Tal vez. O quizás la falta de una respuesta adecuada. Por fortuna era capaz de sonreir con sólo entrecerrar sus párpados. Estaba ansioso por escuchar cómo se defendería. En ciertas ocasiones, pinchazos como el de Dolly servían para activar relaciones enmohecidas por el desuso. Me hundí en el sillón para disfrutar de lo que de un momento a otro sucedería.
- “Es que el tiempo me ha enseñado muchas de las cosas buenas de la vida.”
¡Excelente!, pensé. Un toque de seriedad aderezado con buen humor. Dolly lo recibió tal como en esgrima se acepta un touché, con honor y resignación, y volvió a acomodarse en la silla. Veinte años atrás habrían saltado chispas. Yo mismo, confieso, hubiera sido más duro con ella. Habría puesto en evidencia sus nuevas medidas XL.
La música se estaba perdiendo en un fade out que arrastraba a Marga y Miguelito a callar sus diferencias. Habían congeniado muy bien. Esta clase de reuniones (“con un paisano de cada pueblo” habría acotado nuestra querida Maru) siempre estaban al borde del fracaso o del éxito. Los dos intelectuales no habían demorado nada en dejar al resto afuera de los temas que (ellos pensaban) nadie iba a entender.
- “¿Por qué no brindamos por algo?”, dijo Marga para rellenar el silencio. Había bajado del Parnaso a una tierra yerma en la que se movía torpemente. ¿Qué esperaría de la reunión?
- Sí, pero que antes Marina diga unas palabras. Solía hacerlo muy bien.” La idea surgió de Miguelito. Marina, sorprendida, resopló un aire de falsa consternación. Era el pie que necesitaba. Más tarde, esa misma noche, entre las risas opacadas por el alcohol, Marina se dio cuenta que Miguelito había sido espontáneo y sincero.
- “Justamente. No lo sugerí para que no termináramos todos abrazados en un llanto a moco tendido.” Dolly era así. Siempre se mostraba un paso más allá. Si alguien tenía una idea, ella la había pensado antes. Si alguien gritaba, ella daba alaridos. Si alguna llevaba minifalda, ella iba desnuda.
A todo esto, Miguelito era un espectador de lujo. Si bien nunca tomaría la iniciativa de hablar en público, era capaz de escribir el discurso más emotivo y certero para cualquier ocasión. El silencio lo había cohibido, pero cuando Marina se incorporó para hablar volvió a experimentar seguridad, a meterse en una burbuja impermeable que lo eximía de compromisos.
- “Quiero que todos miren hacia allá, al sillón del rincón. No es casualidad que haya estado vacío toda la fiesta. Está ahí para simbolizar a aquellos amigos y relaciones que quedaron al costado del camino. Cada uno de nosotros le pondrá el ocupante y el nombre que desee. ¡Brindo por nosotros y también por ellos, porque fueron, y aún son, el alma de nuestras alegrías pasadas… al igual que ustedes lo son hoy para mí.”
Luego sobrevino un bache, un silencio de radio, un fondo cargado de pensamientos. Afuera, la noche proponía escarcha y algún bocinazo en la esquina. Un grupo de chicos y chicas cruzaron abrazados frente a nuestra puerta. Sin saberlo, ellos también marchaban hacia algún sofá.
Con los brazos extendidos entrechocaron los vasos y regresaron las palabras. Me hubiera gustado participar. La ví buscarme en el sillón durante unos segundos. Sus ojos, otra vez afectados, sostenían ese aleteo de colibrí que yo tan bien conocía. Al bucear en ellos supe a quién había sentado en el sillón. Luego quebró la mística y volvió a la torta y la velita. Marga y Dolly no disfrutaron la situación. Quizás habrían preferido sentarse ellas mismas en el sillón para poder lucir ante los demás como en otros tiempos.
La fiesta siguió su curso. Billy Holiday arrancó con su versión de Summertime y luego llegaron Ray Charles con Georgia On My Mind y Ella Fitzgerald con It Ain’t Necessarily So. Ellos también estaban invitados al cumpleaños que empezaba a terminar.
Era tarde. Miguelito se retiró después del café. Saludó a todos en general y a casi nadie le importó demasiado su partida, excepto a Marga. Al devolverle el saludo percibí en su rostro una luz particular. Diez minutos más tarde, Marga y Dolly salieron juntas y, por suerte, se llevaron a todos los fantasmas que me aplastaban en el sillón esquinero.
Marina terminó de lavar los platos y utensilios. Estaba feliz. Su imaginación me guió a su lado. Guardaba un cariño profundo por todos sus recuerdos. Hubiera querido darme una palmada cariñosa en el hombro y preguntarme cómo estaba. Lo sé. Alguna vez me había extrañado. Pero ahora estaba más tranquila. Cerró la canilla. Luego, en su cuarto, desparramó su cansancio feroz por toda la extensión de su cama. Segundos después, en el pesado sopor que le cerraba los párpados comencé a desvanecerme. Y así, mientras ella se dormía con una sonrisa en sus labios, abandoné la casa para volver al arcón de los recuerdos.


*Pablo A. Roset, escritor, psicofanguista. Algunos de sus cuentos han sido premiados e integran diversas antologías. Otros han sido publicados en revistas tradicionales en papel y digitales. Desde 2008 publica sus textos en su blog Proyecto Anecdotario http://anecdos.wordpress.com/.

14 comentarios:

  1. Sí sí, convoquemos al autor para que conteste los comentarios.

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  2. Muy lindo Pablo!!!
    Besos desde el Oeste!
    Valeria

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  3. Hola Vale! Qué bueno que pasaste a leer, vos que conocés a los protagonistas ;-)
    Beso grande!

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  4. Que loco debe ser ser parte de algo tan nuestro como el festejo de cumpleaños de un ser querido,sin que nadie se percate de nuestra presencia, claro, porque en realidad no estamos alli. O si. Un enredo. Muy lindo relato. Gracias

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  5. Hola AndyPeCas. Es loco y natural a la vez. A menudo, nuestro "arcón de recuerdos (buenos)" está ocupado por varias personas (que merecen estar ahí). Yo creo que en esa fiesta los recuerdos efectivamente estaban en ese living, sentados en ese sofá. Y seguirán acompañándonos mientras nuestra cabeza nos deje seguir atesorando recuerdos.
    Gracias por pasar y leer(le el blog a labúgi).

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  6. insisto: quiero ver más de tus relatos que no son en capítulos, es como si tuvieras dos escritores adentro: el de kovayashi y éste, más introspectivo, otra voz (o quizás otras voces, quién sabe).
    abrazo.

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  7. Hola noentiendonada! Estaba esperando ansiosamente tu comment. Gracias. Creo que en el fondo siempre soy yo en diferentes formatos. Los capítulos, en realidad, son lo más nuevo. El resto es mi historia más vieja, los cuentos. Tengo muchos, pero no encajan en el formato blog. Estos cortitos sí (y gracias a labúgi, en este caso). Quizás en alguna lectura si da el largo. Gracias de nuevo!

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  8. Hola Sr Blopas, me gustó mucho, me gustó como se va desvelando quién es el que está sentado en ese sillón de los ausentes. A mí también me gustaría leerte en formato libro. Saludos cordiales.

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  9. Linda también la rima de que el cuento sea publicado en un blog de otra persona, que lo recuerda como a alguno de los tantos ausentes.

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  10. Hola cstax! Sí, va de a poco mostrando las cartas. El cuento lo escribí pensando en que uno lleva consigo un bagaje de recuerdos felices y que con cierta frecuencia recurre a ellos. En mi caso, con recordar a alguien aunque sea por un par de segudos, alcanza. Los tengo conmigo. Entonces, el cuento está contad desde la perspectiva de uno de esos recuerdos. Gracias por leer.

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  11. Maese Braille. Una pegada eso de que saliera por acá, en el blog de labúgi. Bastante también tuvo que ver ella porque yo le mandé dos y eligió este. El otro "raspaba" más. Es verdad eso de la rima. Fijáte que la semana que viene va a salir Zariello, y yo pasaré al sillón. Y así sucesivamente. Cuando labúgi siga publicando sus cosas, nosotros pasaremos a estar en su arcón de los recuerdos.
    Abrazo, tocayo.

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  12. Que placer reencontrarme con este cuento. Cuanto tiempo sin leerlo. Brindo por nosotros y por los que cada tanto aparecen en un sillón.
    Una Marina agradecida

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