escapa
ni bien se entorna la ventana,
es el índice del sueño
que apunta al descuento de los días
vacíos
jamás me mira a la cara
aunque sus ojos
se quemen en los míos
tras recorrer lo que permanece quieto,
el dormir de los demonios
en la siesta
y las yemas de los dedos
que se tocan
se babean
y no conviene
ni bien dejo la puerta sin llave
silba y
se desliza en los postigos
en el punto exacto
en que una mano determinada
por los augurios que espera desde hace siglos
se mueve con lenta paciencia
y abre.
No sé por qué
ResponderEliminarpero lo siento tan hermoso
que te lo escribo.
Me escapé del lector de feeds
para venir a decírtelo.
Muchas gracias!
ResponderEliminarMe gustó mucho este poema, Caro.
ResponderEliminareh, si le gustó a Pau, debe ser bueno, genia. gracias!
ResponderEliminar