Qué malos amantes somos dijo, mientras nos sonábamos los mocos de llorar un rato largo. Veinte minutos después de matarnos en la cama.
Qué malos amantes dije, y nos abrazamos hasta la noche.
Sus ojos rojos y mi boca descascarada.
Hacía frío y no nos despedíamos.
La tristeza no pudo.
Y nos quisimos toda la noche, como en las películas.
Interesantísimo! :)
ResponderEliminargracias, poeta salvadoreño! un abrazo!
ResponderEliminar