lunes, 24 de octubre de 2011

EL POST DE LOS LUNES: De todas las opciones posibles, de Gastón Domínguez*



De todas las opciones posibles, José prefirió caminar en el frío para superar la angustia del domingo. No había sido una buena semana. Lluvia todos los días, pocos amigos en el frente, muchas deudas y Boca eliminado de la Libertadores. ¿Faltaba algo más? Hasta dolor de muelas. Ese domingo se había levantado temprano como todos los domingos pero no como el resto de los días. Era un tipo vampiresco, de los que se quedan leyendo o viendo películas hasta  bien entrada la madrugada. Trabajaba siempre de tarde. Los domingos por la mañana eran su día. Café con leche y medialunas dulces, de manteca, calentitas, recién salidas del horno. El diario. Ese era el preciso momento de la felicidad. Leer Página con el desayuno. El preciso momento de la angustia máxima eran esos mismos días pero diez horas después. La angustia del domingo. Esos subidones en el pecho, como si se estuviera por rendir un final, ese miedo galopante, el terror al lunes, a la muerte, a la soledad que te acompaña, miedo, miedo, ganas de llorar, miedo de no poder dormirte a la noche, miedo al lunes, a la semana. Miedo a la responsabilidad. ¿Responsabilidad? De eso, nada. Por eso, nadie. Por las noches la soledad desespera... La angustia del domingo pega fuerte, sobre todo en invierno. Los pibes, casados y con hijos. Entre tantos pañales y llantos, la angustia del domingo es una carmelita descalza para ellos. Nada de unos partidos de truco, nada de Play, ¿bares?,  nada. Nada de nada. Ya nada. Tenés que crecer, José. Andá a cagar. Pero, José, Jóse, la familia es lo más importante. ¡Andá! José veía en la familia, en la institución Familia, el comienzo de la degradación del ser humano. Se está vivo mientras se está soltero. Cuando te casás, comienza tu muerte (lenta). Todo eso pensaba José todos los domingos mientras se comía todas las medialunas. Y más. Pero como todos los seres humanos, José tenía familia, claro que sí. Pero dispersa por todo el globo. El padre, en un geriátrico. La madre, sola en su casa (cascarrabias la vieja, pero buena gente). Un hermano muerto. Una hermana casada (es decir, también muerta) que vivía en Córdoba capital. Otro hermano, el menor, en España, porque en este país, decía hasta dos minutos antes de hacer el check in. Y José, solo. Muchas novias que huían despavoridas cuando él no quería dar el paso. Las minas le hablaban de proyectos y de futuro y de no sé qué de largos plazos. Y después venía la palabra familia. Y ahí el cristal de amor se rompía haciendo un desastre con los pedacitos. Sangre y lágrimas por todos lados. José llegó a pensar que no pertenecía a su época. No encajaba. Sin embargo, no dejaba de recibir información de los divorcios. En el barrio, en el trabajo, en los talleres, en todas partes había separados. Gente que no se aguantaba. ¿Tan equivocado estaba?
     José salió a las siete y media de la tarde (¿noche?) después de ver los resultados deportivos. Se dijo que caminar era lo más conveniente para ese domingo. Otras veces, prefería quedarse encerrado y superarlo con alguna película. Eso sí, alquilada, porque si era una que dieran en la tele, la angustia se acrecentaba vertiginosamente con las propagandas, o, si era por cable, el sólo hecho de ver el logo del canal podía causar estragos. Otras veces jugaba a la Play. Pero solo no es lo mismo. Ese domingo prefirió caminar. Apenas llegó a la vereda, se dio cuenta de que se iba a cruzar con muy poca gente. En invierno la ciudad se encierra en sí misma. Ni un alma en la calle. Y eso que eran las seis y pico. Vivir cerca del centro tiene sus privilegios. Hay más luz. Pero también más caca de perro en la calle. José pensó en su pasado. Es su presente. Se preguntó si en verdad no está reconociendo los años que carga. Treinta no es joda. Pero a la vez resultan pocos. Cualquiera de más de cincuenta le dice pibe, yo a tu edad. Y todos le dicen ni loco vuelvo a hacer esto. Y José escucha. Los escucha. Y les hace caso. Sin embargo, todo lo que le dicen se lo dicen después de preguntarle cuándo se va a casar. Y él les dice mitad en broma, mitad en serio, nunca. Y ríe como un chico. Pero no lo entienden. Te vas a quedar solo, le dicen. José caminaba con frío. Prendió un cigarrillo. Vio linda ropa en una vidriera. Vio que los precios no estaban a su alcance. Aunque haciendo un esfuerzo… total, qué más da, no tiene que rendirle cuentas a nadie. Puede comprar eso si quiere. Pero no quiere y sigue caminando. Los árboles sin hojas se mueven. El frío crece. El frío del domingo crece. Los subidones, che. Pasó por una disquería y entró a ver qué había. Algo clásico, puede ser Coltrane. Puede ser Miles Davis. Puede ser Vinicius. Optó por Vinicius pero acompañado por María Bethania y Toquinho, juntos en Mar del Plata, en La Fusa. Cuando Mar del Plata tiraba los últimos destellos de calidad. Cuando un domingo por la noche era algo y no esto, la angustia urbana, la gente encerrada. Ciudad cada vez más grande y más pueblerina. La ciudad no ayuda. Pagó el disco y salió. La compra frenó un poco la ansiedad. Dio unas vueltas más y vio una pareja discutiendo. Ya no tenían retorno. Siguió en random y se dijo que el problema es el amor y su funcionamiento en el cuerpo como si fuera una droga. Cuando está adentro, todo bien. Cuando falta, chau. El problema, en verdad, es el pasado, repensó. Cuando había amor a algo. Un sueño, una meta, algo. Era un desahuciado. Soñar qué. Para qué. Treinta años y ya estaba de vuelta, concluyó. Regresó a su casa y tiró la campera en una silla. Prendió la estufa y preparó café. Abrió el disco de los brasileros en Mar del Plata. Saravá para ellos. Saravá porque cantaron alegres en Mar del Plata. La angustia del domingo, a una hora del lunes. Puso el disco en el equipo y escuchó. Escuchó que la alegría es sólo brasilera. Aunque canten al horror. Hay algo, hay brillo. Se tiró en la cama con la ropa puesta después de tomar el café. Le dio frío y se tapó un poco. La angustia del domingo se cubrió de sueño y bossa. Llegó el lunes.     



*Gastón Dominguez, estudiante de Letras en la UNMdP, estudió producción de radio, fue columnista de música y arte en los programas radiales El Puente y Apocalípticos e Integrados (Mar del Plata), tiene una novela (inédita) "El hijo de los héroes", publica diariamente en su blog www.gastondominguezanriquez.blogspot.com 

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