Estamos en el comedor, la mesa tendida, mi viejo a mi izquierda, el resto de la familia dando vueltas por ahí, a punto de sentarse. Entra mucha luz por las ventanas, todo se ve bien.
Suena el timbre y yo sé que sos vos, me corro (estoy en la punta de la mesa) y te hago un lugar.
Tenés el pelo distinto, decolorado, rulitos, raro. Te miro y me río un poco de eso.
Te pusiste un jean color crudo y una camisa nueva, te quedan muy bien.
Nos paramos y nos miramos frente a un espejo enorme, me abrazás desde atrás y vemos nuestra imagen reflejada. Quedamos lindos, nos gusta. Es como si nos quisiéramos.
Si no fuera por el despertador.
I like it!
ResponderEliminargracias Jorge! Abrazo!
ResponderEliminarlos sueños, que haríamos sin ellos sino olvidar
ResponderEliminarhttp://titeresinhilos.blogspot.com/
para cuando tengas tiempo y ganas
Es cierto, en el peor de los casos el despertador nos deja sin nada, y en el mejor nos deja con imágenes desarticuladas que apenas recordamos. "Es como si nos quisiéramos", dice la mina. La frase es devastadora, echa por tierra esa atmósfera de alegre seguridad. Si no fuera por el despertador... ¿sería qué? Bueno, quizás la cuestión sea seguir adelante cueste lo que cueste. Yo, personalmente, preferiría saltar de la cama lo antes posible.
ResponderEliminarSaludos!
Zednan, ya me voy a meter en tu blog! gracias por leer!
ResponderEliminaray anecdos, boplas, ud hace unos comentarios formidables vea. no me pida razón de lo escrito porque no la tengo! y gracias por seguir leyendo! salut!
ResponderEliminarZednan, no tengo cómo contactarte, necesito una invitación al blog para poder verlo...
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